“Les hablo como hijo de inmigrantes…”
Francisco y la pastoral migratoria. Recorrer los años de pontificado de Francisco nos da la posibilidad de encontrarnos con todo el caudal maravilloso que Dios nos regaló a través de su persona, a la Iglesia y a la humanidad.
Por Mons. Juan Carlos Romanín
Desde hace siglos, las enseñanzas de la Iglesia se escribían desde el centro de Europa. Con Francisco se inicia un proceso totalmente nuevo. Desde 2013 estamos viviendo una situación a absolutamente novedosa, a partir de la emergencia de una persona que viene de una periferia, que es el primer Papa que surge de América, el primero jesuita y el primero que se llama “Francisco”.
Estas tres características le dan una impronta a la realidad de la Iglesia totalmente nueva: hay una continuación de la esencia doctrinal, pero Francisco suma una novedad que sorprende. Todo lo que Francisco fue volcando a la Iglesia universal, lo aprendió en Argentina y en América Latina. Por eso tiene una validez superlativa para los que vivimos aquí, en esta historia.
Desde la periferia, hacia todos
Lo primero que llama la atención son sus gestos y su lenguaje. La mayoría de las encíclicas y escritos de los Papas anteriores tienen un lenguaje más de carácter filosófico y teológico. Mientras tanto, el lenguaje de Francisco es poético, sociológico, cercano y familiar.
Francisco solía decir que a la Argentina se la entendía mejor desde la Villa 31 que desde el Obelisco o desde la Casa Rosada. Porque cuando uno mira la realidad desde una periferia, considera un montón de factores que, desde el centro, no se perciben. Es la mirada desde el sufrimiento, de la conflictividad, de la marginalidad, de la pobreza tocada desde dentro.
Francisco lo indicó desde el momento mismo de su elección: “Saben que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo…”.
Y desde esta mirada, afrontó con valentía la realidad de los migrantes y refugiados. Hoy nos enriquece con la sabiduría propia de quien sabe de qué se está hablando. Conocedor de dolores y sufrimientos, Francisco acompaña y protege a quienes son los más vulnerables y sin oportunidades, para defender su dignidad y mostrarles el rostro visible del Dios de la vida y de la misericordia, Padre de todos, que no excluye a nadie.
Primero, los últimos
Desde su primera salida del Vaticano, en la visita a la isla italiana de Lampedusa (8 de julio de 2013), enlutada por la muerte de refugiados en el Mediterráneo, vuelve a denunciar los que antes ya había denunciado, con las mismas palabras, en Buenos Aires. Ahora, para todo el mundo: “¿Quién de nosotros ha llorado por este hecho y por hechos como éste? ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por esas personas que iban en la barca? ¿Por las madres jóvenes que llevaban a sus hijos? ¿Por estos hombres que deseaban algo para mantener a sus propias familias? Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, de ‘sufrir con’: ¡la globalización de la indiferencia nos ha quitado la capacidad de llorar!”
En su primer discurso al Cuerpo Diplomático (22 de marzo de 2015) Francisco reconoce lo que supone esa experiencia de migración familiar para su misión como Papa: “Mis propios orígenes me impulsan a trabajar para construir puentes. En efecto, como ustedes saben, mi familia es de origen italiano, y por eso está siempre vivo en mí ese diálogo entre lugares y culturas distantes entre sí, entre un extremo del mundo y el otro, hoy cada vez más cercanos, interdependientes, necesitados de encontrarse y de crear ámbitos reales de auténtica fraternidad”.
En su visita a los Estados Unidos, el 24 de septiembre de 2015, en el Capitolio, inició su discurso partiendo de su misma experiencia de vida: “Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas, en 2018, propuso los Pactos Mundiales para afrontar el drama de los refugiados, como un desafío por una “migración segura, ordenada y regular”, Francisco se sumó con los “20 puntos de acción”, basados en los cuatro verbos que propuso en su Mensaje para la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados de ese mismo año: “Acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados”.
Segundo, los últimos
Cuando se expresa contra la trata y tráfico de personas, vuelca su mirada sobre los migrantes y refugiados. En su Mensaje por la Jornada Mundial de la Paz de 2015, describe el horror de este “crimen de lesa humanidad” como “una llaga en el cuerpo de la humanidad”.
Parte de la Palabra de Dios como fundamento de la dignidad de la persona, describe los múltiples rostros de la esclavitud de entonces y de ahora, puntualiza algunas causas profundas de esta esclavitud, llama al compromiso común para derrotarla, e insiste en la globalización de la fraternidad: “no a la esclavitud ni a la indiferencia”. Mira a los migrantes y refugiados como víctimas vulnerables y sin voz de esta tragedia.
Son muchísimas las homilías, conversaciones, mensajes, catequesis, en las que están siempre presentes los migrantes y refugiados. Cada año aporta un nuevo escalón para profundizar en esta realidad, dando elementos concretos para ir al abordaje de los migrantes más necesitados.
Sin duda que Francisco ha regalado aires frescos a una Iglesia que necesita seguir caminando sinodalmente en una sociedad cada vez más complicada y difícil. Damos gracias a Dios por el don de su persona, por su incansable trabajo, por su sabiduría y su compromiso, por su sencillez y humildad. Y cuando nos vuelva a decir “recen por mí”, no dejemos de hacerlo.
“Como ustedes saben, mi familia es de origen italiano…”
El padre del Papa Francisco, Mario, llegó con 24 años a Buenos Aires, junto con sus padres y hermanos. Tuvieron que vender todo lo que tenían (una confitería) para poder pagar el viaje, como muchos migrantes de hoy. En Génova no llegaron a tiempo a embarcarse, y eso les salvó la vida, pues ese barco naufragó. Tomaron el siguiente barco.
Era el año 1929. Tres años después de mucho trabajo perdieron todo. Un sacerdote les prestó dinero para poner un almacén y Mario hacía el reparto con la canasta. Conoció a Regina en 1934, hija de una italiana migrante del Piamonte y de un argentino descendiente de genoveses. Mario y Regina se conocieron en Misa, en el Oratorio salesiano de San Antonio. Tuvieron cinco hijos y vivieron en el barrio de Almagro.
Lemas de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado en el pontificado de Francisco (título)
2014: “Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor”
2015: “Una Iglesia sin fronteras, madre de todos”
2016: “Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la Misericordia”
2017: “Niños, niñas y adolescentes migrantes: vulnerables y sin voz”
2018: “Acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados”
2019: “No se trata solo de migrantes”
2020: “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos”
2021: “Hacia un nosotros cada vez más grande”
2022: “Construir el futuro con los migrantes y refugiados”
2023: “Libres de elegir si migrar o quedarse”