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Qué podemos hacer... y qué debemos dejar de hacer

La realidad de las personas refugiadas la podemos ver desde afuera y desde adentro. 

Desde afuera, en una sociedad que observa las guerras y persecuciones y tantos otros factores, incluso ambientales, de los cuales somos sensibles y solidarios. Interpela a toda la sociedad dados los motivos, siempre difíciles, que obligan a pedir refugio en otro país. Podemos perdernos en la burocracia de requisitos para ser o no considerados como “refugiados”, dependiendo de los gobiernos y sus políticas, y que a veces llevan a la sociedad a tomar partido a favor o en contra.

Si miramos desde adentro, podemos ver el rostro del refugiado y descubrir su historia, su patria, su casa, sus recuerdos… su sufrimiento. El refugiado tiene el gran peso de haber sido forzado a salir de su lugar, donde su vida e historia confluyen, y que por motivos ajenos e impensados para él, para preservar la vida, la dignidad y la paz, se ve envuelto en la experiencia de tener que pedir refugio.

Vivimos en una sociedad donde la movilidad humana es algo constante. Por eso el Papa, en su mensaje para la 109º Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que tiene como título Libres para elegir si emigrar o quedarse, nos llama a “preguntarnos qué podemos hacer, pero también qué debemos dejar de hacer. Debemos esforzarnos por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”.

El Papa nos habla de libertad, de elección; nos dice que a lo largo de la historia de la Salvación, cuando Dios ha pedido salir de su casa, no ha sido una opción fácil de aceptar, pero sí necesaria para salvaguardar la vida y la dignidad personal y de los seres queridos. 

Hoy constatamos que los diversos motivos para buscar refugio en otros países van desde las guerras, los conflictos, las persecuciones y los desastres ambientales, entre otros. ¿Cuándo acabarán estas causas injustas que hacen a las personas salir de su patria? El Papa nos dice que para “acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades”.

La realidad del refugiado no nos es ajena: está presente en nuestra sociedad y nosotros somos actores necesarios para hacer de nuestro mundo un lugar algo mejor, donde también pueda existir la libertad de “elegir si emigrar o quedarse”.

 

Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes

Pastoral Migratoria y Capellanías, del Turismo, del Mar, Aeroportuaria, de los Circos, de los Gitanos, de la Carretera, de los Estudiantes Extranjeros y Trata y Tráfico de Personas

20 de junio de 2023

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