JORNADA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y DEL REFUGIADO
“Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos”
Las emergencias humanitarias, agravadas por la pandemia del COVID-19, acentúan el drama, a menudo invisible, de los desplazados internos. “Éste no es un tiempo de olvido. Que la crisis que estamos afrontando, no nos haga dejar de lado a tantas otras situaciones de emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas.” (Francisco, 12 de abril 2020)
Muchos de nuestros hermanos siguen aún hoy viviendo situaciones de precariedad, de abandono, de marginación y de rechazo.
En la huida a Egipto, el Niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica situación de desplazado y refugiado, “marcada por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades (Mt 2,13-23). Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias” (Francisco, 29 diciembre 2013). Jesús está presente en cada uno de ellos, obligado –como en tiempos de Herodes- a huir para salvarse.
Es por eso que estamos todos llamados a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo, hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero, encarcelado, que nos interpela (Mt 25, 31-46).
Los desplazados internos nos ofrecen esta oportunidad de encuentro con el Señor, “incluso si a nuestros ojos les cuesta trabajo reconocerlo: con la ropa rota, con los pies sucios, con el rostro deformado, con el cuerpo llagado, incapaz de hablar nuestra lengua.” (Francisco, 15 febrero 2019).
Se trata de un desafío al que estamos llamados a responder con los cuatro verbos que aseguran el abordaje necesario para este tiempo de pandemia: acoger, proteger, promover e integrar.
Nuestra Señora de los Migrantes ayude a los desplazados internos a tener la fuerza para seguir adelante, el consuelo en la tristeza, el valor en la prueba. A nosotros, nos regale la creatividad y generosidad para generar iniciativas que los provean de lo necesario, ya que la vida les ha quitado todo, y podamos darles la dignidad de un trabajo y la serenidad de un hogar.
Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes
27 de septiembre de 2020